Entrevista a Noelia Carmona, investigadora independiente CONICET, profesora adjunta y vicedirectora del IIPG UNRN.
El 22 de diciembre de 2015, la Asamblea General de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) decidió establecer un Día Internacional anual para reconocer el rol crítico que juegan las mujeres y las niñas en la ciencia y la tecnología.
Datos presentados por la ONU por el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra este lunes 11 de febrero, muestran que, pese al esfuerzo internacional de los últimos 15 años para inspirar y promover la participación femenina en el campo científico, "ellas se siguen encontrando con barreras".
Según la UNESCO, en la actualidad, menos del 30 por ciento de los investigadores en todo el mundo son mujeres y sólo alrededor del 30 por ciento de todas las estudiantes escogen estudios superiores dentro del campo de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y matemáticas.
Noelia Carmona, docente investigadora y vicedirectora del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología de la UNRN, nos da su mirada sobre el rol de las mujeres en el campo científico y comparte su propio recorrido académico como mujer y científica.
¿Cuál es tu mirada sobre el lugar que ocupan las mujeres en la ciencia en relación a los varones?
Vemos que en los últimos años se han producido importantes cambios en cuanto a una mayor participación de la mujer en ámbitos antes considerados “exclusivos” o fuertemente dominados por hombres. Sin embargo, existen aún muchas áreas en las que las mujeres nos encontramos subrepresentadas, y en este sentido, el ámbito científico no es una excepción. Según un informe reciente de la UNESCO, sólo el 28% de los investigadores a nivel mundial son mujeres. Esto refleja claramente la brecha de género que existe, y si bien podemos ver que se avanzó bastante en cuanto a la visibilización y toma de conciencia de estas problemáticas, aún falta mucho trabajo, sobre todo en cuanto a la promoción de carreras científicas entre las niñas y mujeres jóvenes.
¿Por qué decidiste estudiar Biología? ¿Qué te motivó a dedicarte a la ciencia/investigación?
Siempre sentí curiosidad por la naturaleza, aunque no tenía definido desde chica que quería ser investigadora. Eso vino después. Siempre me interesó el cuidado del medio ambiente, los temas relacionados con la ecología y por eso decidí inscribirme en la Licenciatura en Ciencias Biológicas en Tucumán. Luego, avanzando en la carrera, conocí a los que serían mis directores durante el doctorado, y ahí empezó mi pasión por la paleontología y la investigación, en particular por explorar preguntas relacionadas con la evolución de la vida a lo largo del tiempo geológico.
De chica, ¿tenías alguna referente mujer de este ámbito? Sino, ¿te hubiese gustado tenerla?
En realidad de chica no, aunque me hubiese encantado tener la disponibilidad de libros y documentales que tienen hoy en día las niñas y los niños. Ya de adolescente descubrí a Jane Goodall. Su trabajo con los chimpancés, promoviendo su protección y el cuidado de sus ecosistemas me fascinó. De hecho, ha sido considerada como una de las científicas más influyentes del siglo XX. En el fondo, creo que más allá de sus investigaciones en sí, también admiraba (y admiro) su mensaje hacia los jóvenes, incentivándolos a involucrarse y a adoptar un modo de vida más sustentable y de respeto al medio ambiente.
¿A qué mujer científica admirás y por qué?
Si me refiero específicamente al ámbito de mi disciplina, mi referente es la Dra. Gabriela Mángano, quien fuera mi directora durante la ejecución de mi tesis doctoral. Desde hace unos años se encuentra radicada en Canadá. Ella no sólo fue una gran guía durante mi carrera (y lo sigue siendo conmigo y con el resto de todos sus estudiantes actuales y pasados), sino también una persona que me enseñó el valor de la educación y cómo ésta puede cambiar la vida de las personas. Recientemente recibió un premio internacional (Outstanding Educator Award), por su rol
como voluntaria en un programa que da la oportunidad a jóvenes provenientes de campos de refugiados, con énfasis en mujeres jóvenes, de iniciar una nueva vida y realizar estudios universitarios en Canadá. Es decir, no sólo la admiro por sus aportes específicos para el desarrollo de la disciplina en la cual trabajo, sino también por poner el foco en la educación como herramienta de cambio positivo en la sociedad.
¿Cómo fue tu recorrido profesional?
Cursé la licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Tucumán, luego hice el doctorado en Geología en la UBA con una beca doctoral del CONICET. Una vez que finalicé el doctorado, obtuve una beca postdoctoral, también del CONICET, para realizar estudios en rocas localizadas en la costa Atlántica de Tierra del Fuego, así que me mudé a Ushuaia para trabajar en el CADIC (Centro Austral de Investigaciones Científicas). Luego de 5 años, y después de haber ingresado como investigadora al CONICET, nos trasladamos con mi marido a Bahía Blanca, donde estuvimos haciendo investigaciones en el IADO (Instituto Argentino de Oceanografía). Finalmente, a fines del año 2010 nos hicieron la propuesta de venir como docentes para dictar clases en las nuevas carreras de Geología y Paleontología que se habían creado en la UNRN. El proyecto nos pareció muy bueno e innovador, y constituía una oportunidad de integrar la investigación con la enseñanza, así que en marzo del 2011 nos instalamos en la ciudad de General Roca.
En tu caso, ¿tuviste que afrontar obstáculos o desafíos durante tu carrera por el hecho de ser mujer?
Sí, tuve que afrontar numerosas situaciones (la mayoría de ellas sutiles y otras no tanto) a lo largo de mi carrera. De hecho en varias oportunidades, necesité un poco de tiempo para darme cuenta de la dimensión de ciertos actos o comentarios que eran discriminadores, consciente o inconscientemente, por parte de quien los ejecutaba. De todos modos creo que ahora podría manejar un poco mejor algunas de estas situaciones ya que cuento con más herramientas.
¿Cómo fue para vos conjugar tu vida profesional con tu vida personal? ¿Sentís que tuviste que renunciar a algo para poder crecer en tu carrera?
No puedo decir que tuve que “renunciar” a algo en particular, pero sí hubo decisiones que implicaron priorizar de acuerdo al momento y a los objetivos, sin que necesariamente implique una renuncia definitiva. Por ejemplo, en relación a la maternidad. Creo que es importante entender que elegir una carrera científica no implica renunciar a un proyecto de familia, ni en el caso de una mujer, a la maternidad. Sin embargo, en el sistema científico es común que la mujer retrase su maternidad hasta tanto haya obtenido el título de doctorado y/o ingresado a carrera. No digo que esta sea la regla, pero esta fue mi experiencia personal y es algo que he charlado con muchas de mis colegas que pasaron por la misma situación.
¿Considerás necesario luchar por la igualdad de género? ¿Participás de alguna manera?
Absolutamente. La lucha es fundamental. Si no nos involucramos, no podemos esperar cambios. El primer paso es tomar conciencia de la existencia de las inequidades de género. Por eso estuvimos dictando talleres de ciencias para niñ@s en una biblioteca popular en General Roca. Estos talleres fueron realmente muy numerosos, y las niñas y los niños hacían los experimentos y aprendían, al mismo tiempo que se divertían muchísimo. Este año estamos tratando de implementarlos nuevamente, con la ayuda de nuestros estudiantes de la UNRN. También formo parte de la
Association for Women Geoscientist que es una organización internacional dedicada a promover la calidad y nivel de participación de las mujeres en las diferentes disciplinas relacionadas con las geociencias, en especial de estudiantes jóvenes. En esta asociación participo como delegada de los Capítulos (Chapters) Internacionales, y nuestro trabajo se centra en generar espacios de discusión y ayuda para las mujeres que trabajan en geociencias en diferentes países.
Según tu experiencia, ¿los varones científicos se sienten interpelados, participando o solidarizándose con esa lucha? ¿Por qué?
A veces… quizás existe aquí un problema generacional. De todos modos, creo que esto es algo que está cambiando, sobre todo en los últimos años. Pero para generar este cambio es necesario visibilizar las situaciones de desequilibrio.
¿Qué les dirías a las jóvenes que tienen pensado seguir una carrera científica o dedicarse a la investigación?
Les diría que sigan su pasión. Creo que sólo haciendo lo que realmente nos apasiona, damos el 100%. Para mí, el quehacer científico es una de las actividades más gratificantes que hay, pero como todo, requiere de vocación y de determinación. En particular me fascina pensar que cada vez que llegamos a una conclusión o a una respuesta en una investigación, se abren nuevas líneas y surgen nuevos interrogantes para seguir investigando.
Es fundamental alentar y apoyar a todas las niñas y jóvenes que quieran seguir una carrera científica. Para esto hacen falta acciones concretas, como por ejemplo implementar programas para promover y despertar las vocaciones científicas desde los primeros años, en los jardines de infantes y escuelas primarias. De este modo no sólo vamos a alentar a las jóvenes a optar por carreras científicas, sino que también vamos a poder erradicar los estereotipos existentes que indican que las carreras científicas son de dominio masculino. En este sentido, iniciativas como el programa “Los Científicos Van a las Escuelas” van por ese camino. Tuve la oportunidad de coordinar este programa y de participar activamente como investigadora, y me sorprendió ver como las alumnas y alumnos de la escuela primaria con la que trabajé, ya tenían incorporadas estas creencias. Como plantea el informe de UNESCO (Descifrar el Código), la inequidad en la representación de las niñas y jóvenes en las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, frena la posibilidad de generar sociedades con desarrollo sostenible. Para revertir esto, es necesario un trabajo integrador que articule la acción de todos los actores involucrados (familia, diferentes niveles educativos, sociedad en general, medios de comunicación, etc.), y el refuerzo de las políticas donde se promueva el acceso de las niñas y jóvenes a la educación y a la capacitación en dichos ámbitos.